
JUNGLA PORTEÑA
El hábitat de la Ciudad de Buenos Aires tiene muchas situaciones bizarras y divertidas, pero que la velocidad de la jungla hace que no las percibamos. ¿Cuándo fue la última vez que fueron al centro de la ciudad y se detuvieron a mirar a su alrededor? ¿Y que se olvidaron de lo que tenían que hacer, se olvidaron de que el tiempo les corre y respiraron hondo? Somos como presas perseguidas por un león, presas del tiempo, presas de las obligaciones, presas de ritmo de la ciudad. Es por esto que los negocios de comida rápida atestan el centro, están en sintonía con nuestro ritmo.

Realizamos un viaje exploratorio en esta selva y encontramos un sin número de especímenes sorprendentes y situaciones propias de este hábitat. Turistas que tienen que esperar a que el tránsito humano se despeje y le permita cruzar la vereda para arrastrar su valija de la calle hasta la puerta del hotel. Chicas y chicos promotores de Médicos Sin Fronteras pidiéndote 30 segundos de tu tiempo (¿No será mucho?). Rayas de traseros siendo mostradas a unas cuatrocientas personas durante los quince minutos que los trabajadores se sentaron a almorzar en las sillas dispuestas fuera de los restaurantes. Molinetes de subte siendo arreglados a plena luz del día y una cola de gente esperando para poder entrar con caras de: “Ahora se lo ponen a hacer”, “Estoy llegando tarde”, “Estos inútiles del subte”. Vendedores ambulantes que vienen a ofrecerte medias y que son muy insistentes (¡ya tengo medias dije!). La bicicleta que viaja en contramano y la transeúnte que cruza apurada y distraída comiendo un helado. Las personas que usan los baños de los negocios de comida para “bañarse”. Mujeres con taco agujas caminando a velocidades inhumanas para esos calzados. Un señor que habla a través de su reloj-pulsera, más raro aún que el que parece que habla solo porque no vemos los auriculares que identifican el manos libres.
No faltan los que parecen disfrazados: el chef todo blanco y con gorro típico de su especialidad, la turista en ojotas y que habla con otra turista anda a saber en qué idioma y qué es lo que estarán diciendo, el budista con pollera larga, medias que se ven y campera de cuero marrón (?), la mujer vestida estrafalariamente como si fuera una adolescente.
Algunas prohibiciones o reglas deberían existir así como las hay para los autos en las calles. No manejar (caminar) usando el teléfono celular y menos cuando estas a punto de cruzar la calle!! No pararse en medio de la calle (sin ninguna luz intermitente). Menores de 16 y jubilados abstenerse de circular, no es un medio apto para sus velocidades.
La próxima vez que vean a alguno de éstos personajes, bueno, no sabríamos si decirles que corran antes que el león los atrape y solo deténganse a reírse como locos que la risa cura todos los males.
KICK-ASS NEWS